Alberobello, Italia; donde viven los Duendes...
Lo primero que llama la atención de los trulli (en plural, y trullo en singular), es su forma. Son casas verdaderas pero parecidas a las que siempre les ponen a los duendes en los cuentos de hadas. Casas pequeñitas, redondas, con techo de cúpula o cono, parecidas a los hongos donde viven las hadas y los duendes. Imaginen todo un pueblo así. Cientos de casitas blancas con sus callecitas y sus restaurantes incluso su iglesia Trullo. Las personas del lugar son muy amables y están hasta dispuestos a mostrarles sus casas a los turistas. Tuve la oportunidad de entrar a una de estas casas, una casa común y corriente donde vive una familia como cualquier otra. Me sorprendió el hecho de que, a pesar de que las casas son pequeñas, están muy bien organizadas en su interior. Mientras estaba en esta casa me parecía que en cualquier momento saldría Blanca Nieves o uno de los siete enanos a conversar con nosotros.
Es un lindo pueblecito de fantasía, ¡hermoso! Donde puede encontrar cientos de tiendas de recuerdos o souvenir. Eso si va a visitarlo, vaya temprano antes de que llegue la inundación de turistas de todas partes del mundo que lo visitan anualmente. Les invito a que viajen a la tierra de la fantasía y visiten los hermosos Trulli de Alberobello. Tal es su singularidad que desde 1996 la Unesco les dio el título de Patrimonio de la Humanidad. No se sabe con mucha precisión su fecha de origen, aunque la construcción de la más antigua de ellas se remonta al siglo XII, pero todo parece indicar que el cenit de su desarrollo se produjo allá por el siglo XVI.
El centro es una maraña de callecitas históricas. Aquí y allá, las fuentes medievales grandes y pequeñas, interrumpen en cualquier lugar el paso de los transeúntes. Este trazado tortuoso formaba parte de una urbanización que buscaba defender a los pobladores de los fuertes vientos marinos y el ataque de los invasores.
Alberobello se estira entre suaves colinas sobre la meseta de la región de Puglia, una zona árida por excelencia, cuyo suelo de piedra calcárea apenas está cubierto por una débil capa de tierra fértil.
La ciudad se encuentra dividida en dos grandes barrios: Monti y Aia Giccola, ambos monumentos nacionales. Pequeño fundo bajo el dominio de los condes de Aquaviva a mediados del siglo XVI, la monarquía autorizó a la plebe para que construyan estas casas cilíndricas, con piedras calcáreas encastradas unas a otras "en seco", con su techo en forma cónica y cuyas dimensiones no superan los 30 metros cuadrados. Casi apiñadas, las trulli trepan por las laderas con sus paredes pintadas de blanco, sus cúpulas negras, y una serie de extraños símbolos que muchos atribuyen a la masonería. Los canteros de flores y las macetas en los balcones dan color al caserío.
Lino Marchessi es el más reconocido de los artesanos lugareños, y en su pequeño taller reproduce magistralmente los más diversos formatos, las trulli de Alberobello. Muchas de estas casas ya no están habitadas. Se convirtieron en tiendas de artesanías o locales que anuncian: Bar-Enoteca y Pasticceria. Una alternativa que el turista aprovecha para probar los exquisitos vinos de Locorotondo, la villa bodeguera más cercana a las trulli.
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