MITOLOGÍA GRIEGA: Dioniso era hijo de Zeus y de Sémele, vino al mundo en circunstancias extrañas. Vestido con ropas femeninas, Dionisio fue confiado a Ino y Atamante, en Beocia, pero Hera, tremendamente celosa, lo descubrió e hizo enloquecer a la pareja. Entonces, Zeus transformó a su hijo en un cabrito y se lo llevó a las ninfas del monte Ida para que lo educaran, ayudadas por las musas, los sátiros y Sileno. Cuando fue adulto, Dioniso inventó el arte de obtener vino de los racimos de uva; acompañado fielmente por su padre adoptivo, Aileno, recorrió el mundo enseñando su arte. En Etolia sedujo a Altea, la esposa de Eneo, con quien tuvo una niña, Deyanira. Como compensación, regaló a Eneo la primera cepa de viña conocida por los mortales. En Ática, inició al rey Ícaro, pero este se embriagó y enloqueció, lo que sumió en la desesperación a su hija.
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Dioniso aumentó la tragedia al llevar a la locura a todas las mujeres del reino. En la isla de Naxos descubrió a Ariadna, con la que se casó en el Olimpo en presencia de todos los dioses. En Frigia, se encontró con la diosa Cibeles, la cual le reveló los misterios de su culto. En Siria, desolló vivo al rey porque había ordenado la destrucción de las viñas; reinó en el Cáucaso, conquistó India y, después de atravesar Egipto y Libia, volvió a Grecia. El culto a Dioniso se implantó en todos los lugares del mundo que había recorrido. A las fiestas y celebraciones populares se añadieron ritos orgiásticos, en los cuales los participantes perdían el control de sí mismos, sumidos en la embriaguez total y en el éxtasis. Se le ofrecían sacrificios humanos. |
MITOLOGÍA ROMANA: Baco es el dios del vino, identificado con Dioniso su símil en griego. Hijo de Júpiter se le suele caracterizar de dos maneras: una como dios de la vegetación, específicamente de los frutos, de los árboles, que aparece representado en los vasos áticos con un cuerno con bebida y racimos de uvas. Como llegó a ser el dios popular griego del vino y el regocijo, se dice que en algunos de sus festivales se producían milagros en los que el vino era el ingrediente predominante. La segunda caracterización del dios apunta a los misterios de una divinidad que inspiraba los cultos orgiásticos, de los que son ejemplos las ménades o bacantes. Este grupo de mujeres abandonaba el hogar y vagaba por el desierto entrando en un estado de éxtasis en su devoción al dios. Vestían pieles de cervatillo y se creía que poseían poderes ocultos. |
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